EL ESCORIAL
Casi 30 años después de los primeros proyectos ÁBATON, esta reforma integral, la número 300, se presenta como un compromiso renovado con la sostenibilidad, la responsabilidad y la innovación.
Rodeada por el espeso bosque del monte Abantos, esta vivienda se alza sobre las impresionantes vistas del Monasterio del Escorial.
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Desde ÁBATON entendemos las reformas como una forma de respeto a la arquitectura y el territorio preexistente, minimizando la generación de residuos de las demoliciones masivas y apostando por la mejora de la eficiencia energética del edificio original. Para ello, utilizamos las últimas tecnologías y materiales que nos permiten generar con el mínimo impacto ambiental un resultado actualizado y sostenible.
La vivienda antigua, original del año 1976, fue diseñada bajo unos estándares de arquitectura muy distintos a los actuales. La disposición de las pequeñas ventanas con las que contaba la casa no permitía aprovechar las privilegiadas vistas y este hecho, junto a la escasa altura de los espacios, daba lugar a una casa oscura y muy compartimentada.
Con esta reforma en el Escorial, el equipo buscó poner en valor los elementos de interés de la casa y su entorno, priorizando la esencia y personalidad inherente al espacio original.
A su vez, la conservación de los máximos elementos posibles de la estructura original fue un punto clave en el planteamiento sostenible del proyecto. Gracias a esto, el impacto de la construcción se minimizó, a la vez que se mantenía vigente la esencia e historia de la vivienda.
El diseño de la arquitectura trató de dotar al espacio de cualidades que fomentaran la conexión con el entorno y la luz. Para ello se planteó una nueva localización para el salón, que ejerce como centro de unión para la familia. Elevado sobre una gran roca de granito, su geometría busca diferenciarse de la original, creando un contraste coherente. Su privilegiada posición, elevada sobre el terreno, consigue que el espacio quede envuelto por luz y naturaleza a través de unos grandes ventanales a sur y a este, desdibujando los límites entre interior y exterior y creando un rincón sumergido en la vegetación con vistas al horizonte del bosque.
Conectados al salón, a lo largo de la fachada este, se ubican los espacios de cocina y comedor, sala de estar y despacho, generando una gran zona común para la interacción y la convivencia familiar. La zona de cocina y comedor, separada del salón por una gran chimenea de acero, aprovecha un forjado preexistente sobre el que se sustituyó la cubierta, consiguiendo una mayor altura libre y la apertura de un lucernario de grandes dimensiones que permite la entrada de la luz del sur.
Una triple corredera, que se oculta completamente en el muro, funde este espacio con la terraza exterior. En ella, un gran magnolio preside el alzado principal de la vivienda y protege del sol en los meses más cálidos.
La conservación de elementos de la estructura original consiguió dotar a los espacios de sensaciones distintivas y con su antigua personalidad aún palpable en la arquitectura final.
La sala de estar, con el techo de la construcción anterior, mucho más bajo que los reformados, da un carácter más recogido al espacio. Al igual que el comedor, esta zona se prolonga hacia el exterior, disponiendo de un porche a modo de mirador sobre la propia parcela y sobre el horizonte de la capital, donde se distingue el antiguo carácter de la vivienda.
Las terrazas se conectan con la piscina a una cota inferior que la vivienda, a través de una escalera exterior que se adapta a la roca existente, fusionando la vivienda con la orografía del terreno.
El acceso principal se formaliza con un vidrio que penetra en el granito de la fachada antigua, ejerciendo como nexo entre lo ya existente y lo nuevo. Un diálogo entre el pasado y el presente de la vivienda.
Otro elemento puesto en valor en la reforma fue el patio, un espacio que en el proyecto original no destacaba y que, sin embargo, gracias al replanteamiento de la distribución y el diseño de grandes ventanales, se ha integrado en la vivienda acompañándolo de un cuidado paisajismo, convirtiéndose en un espacio distintivo y con personalidad que incluye la naturaleza en el interior de la casa.
En la planta alta de esta reforma integral se ubicó el dormitorio principal, con vistas hacia el Escorial. Mirando hacia el bosque, se disponen el resto de dormitorios y una sala de estar.
En esta planta se abrieron ventanas con orientación sur, mejorando la iluminación natural y mimetizando los espacios con la vegetación y las vistas del exterior. Desde esta planta se accede a la cubierta del salón, donde se genera otra zona de estar exterior. Un rincón que funciona como una atalaya sobre el entorno con unas vistas espectaculares, un lugar para la conexión con el entorno y la reflexión.
El sistema constructivo elegido para la nueva estructura ha sido con entramado de madera por su ligereza y rapidez de ejecución, posteriormente aislando todas las fachadas de la vivienda en búsqueda de una mejor eficiencia energética.
Éste fue un aspecto esencial para el planteamiento de esta reforma en El Escorial, que ha guiado aspectos como la orientación o la distribución de los espacios, buscando la relación más eficiente con la iluminación natural.
Complementariamente, se añadió un sistema de aerotermia garantizando el uso de energía natural y renovable con la mayor eficiencia.
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Arquitecto responsable: Guillermo Santos. Aparejador: Yolanda Bellosta. Decoración y Amueblamiento: Miriam Arias. Paisajismo: Fernando Alonso. Fotografías: Belén Imaz