Desde su oficina en São Paulo, los arquitectos Danilo Terra, Pedro Tuma y Fernanda Sakano capitanean el equipo de Terra e Tuma. Empeñados en sacar el máximo partido a cada proyecto, sus señas de identidad son fácilmente reconocibles.

Con un claro enfoque hacia lo sencillo y lo práctico, reivindican la imaginación ante la escasez de recursos. Esto se traduce, por ejemplo, en el uso extensivo de bloques de hormigón sin revestir, que combinan con un paisajismo interior cálido y exuberante. Además, son expertos en aprovechar superficies limitadas o parcelas largas y estrechas rodeadas de edificios, una situación muy común en esta metrópoli brasileña.

Sus soluciones a esta restricción espacial son muy variadas. A veces basta con invertir las fachadas, con un perímetro exterior cerrado y un interior completamente abierto, como en la Casa Mipibu (2016). Dos patios interiores actúan como si fuesen las zonas externas de la casa, pues se encargan de iluminarla y ventilarla, organizando también las habitaciones.

Aquí, los dormitorios se colocaron en la planta baja y las áreas sociales arriba –otra decisión poco habitual– en busca de privacidad y silencio. Los toques vegetales, como los llamativos maceteros colgantes y los árboles, hacen del interior todo un espectáculo.

Cuando el objetivo es encontrar un equilibrio entre el hogar y el trabajo, surgen obras como Casa + Estudio (2014). Para conservar la autonomía de cada espacio, se separaron los accesos mediante rampas, destinando a la vivienda la parte alta y frontal de la construcción. El estudio en la zona posterior utiliza la pendiente de bajada para obtener la gran altura necesaria para su actividad.

La estructura del edificio se articula mediante vigas de acero y paredes autónomas, lo que le da una gran agilidad. En esta misma línea limpia y minimalista, las conducciones eléctricas e hidráulicas se dejaron expuestas.

Por último, destacamos la Casa Maracaná (2011), una residencia familiar de tres niveles. Creada con la premisa de mantener la vista sobre la colina, una referencia del barrio paulista de Lapa, sus grandes ventanales aseguran un diálogo fluido con el exterior.

El desarrollo en doble altura rompe la separación natural entre las zonas comunes y las privadas, otorgándole un gran dinamismo y una luminosidad envidiable. Asimismo, al no ser un proyecto tan restringido en cuanto a costes, permitió incluir detalles como el espectacular mural de azulejos de la fachada.

 

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