Nuestro planeta esconde tesoros naturales increíbles. Hoy te invitamos a acompañarnos en un recorrido impresionante por alguna de estas maravillas, que a buen seguro no te dejarán indiferente.
Empezamos nuestro viaje alrededor del mundo en la Cueva de Hielo de Skaftafell (Islandia). Situada en la laguna congelada del glaciar Svínafellsjökull, esta caverna ofrece en su interior un espectáculo sobrecogedor. Al estar formada por hielo centenario, la presión que soporta ha ido eliminando todas las burbujas. El resultado es un profundo color azul ultramar.
Además, el viento, el agua filtrada por las grietas y los canales internos en época de deshielo van modelando sus paredes, ofreciendo formas que parecen esculpidas con cincel. Algo inolvidable, como escuchar el crujir del hielo amplificado por la propia caverna.
Si no nos asusta el frío y queremos seguir contemplando maravillas polares, podemos hacer escala en la vecina Groenlandia, donde nos espera su enorme Cañón de Hielo. Esta formación helada cubierta de nieve alcanza unas profundidades de 30 a 45 metros. Todo un paraíso para aventureros, escaladores y fotógrafos.
El agua de fusión de los icebergs que fue tallando este recorrido sinuoso forma unos llamativos ríos turquesa que dan al entorno un aspecto irreal.
Si queremos disfrutar de este mismo colorido del agua, pero sin congelarnos, podemos viajar hasta el Valle de Jiuzhaigou, en la provincia china de Sichuan. Esta reserva natural Patrimonio de la Humanidad cuenta con unos bosques de montaña fantásticos y algunos de los lagos más bonitos del mundo.
Sus aguas turquesa deben su tonalidad a la concentración de diversos minerales y son tan cristalinas que se puede apreciar cada detalle de los troncos depositados en el fondo. Todo un espectáculo sobre todo en otoño, cuando el colorido cambiante de los árboles se refleja en ellas.
Pero no solo el agua nos puede ofrecer grandiosidad. Lo sabe bien quien conoce el Monte Roraima, una meseta de arenisca de 2.810 metros de altura. Su perfil majestuoso y su cima plana de 31 km2 nos trae a la memoria la imponente presencia del Ayers Rock australiano. Esta impresionante mole marca frontera entre Venezuela, Brasil y Guyana, siendo uno de los lugares más húmedos del mundo. Sus lluvias diarias son el origen de numerosas cascadas que bañan las sabanas a sus pies. Verlo alzarse entre brumas y nubes es una sensación que no se olvida fácilmente.
Si lo que preferimos es el senderismo, podemos regresar a Islandia para recorrer Landmannalaugar. Esta región del Parque Natural de Fjallabak se sitúa en una zona de gran actividad volcánica, que le ha dado su aspecto actual. Los campos de lava y las fuentes termales se alternan con montañas de colores variados. Ocres, grises, rosas, verdes y muchos más desfilan por una sucesión asombrosa de ríos, valles y lagos. Unos escenarios irreales que hacen que cualquier fotografía del lugar parezca retocada con Photoshop.
Los aficionados a las excursiones por entornos menos salvajes pueden perderse en los soleados paisajes de la Toscana. Esta región italiana, rica en cultura, sorprende al viajero con su perfil ondulado de llanuras y colinas que se extienden desde la costa mediterránea hasta los Apeninos.
Con sus residencias campestres y el color verde como emblema, la belleza natural de toda la zona es bien conocida. Además, su patrimonio artístico es otro de sus atractivos. Junto a las joyas más famosas, como Siena, Pisa o Florencia, posee tesoros menos conocidos, como Lucca, una ciudad que mantiene todo el sabor medieval en sus calles del centro histórico.
Y para cerrar nuestro recorrido por el planeta, ¿qué mejor que una sugerencia gastronómica de infarto? Volvemos a China para comer en el restaurante Fangweng, cerca de la ciudad de Yichang, donde podemos reponer fuerzas ¡colgados de la pared de un acantilado! Con parte de sus instalaciones dentro de una cueva, muchos de sus comedores están suspendidos en el vacío y se conectan entre sí por medio de estrechas pasarelas. Si el vértigo no nos atenaza, podremos contemplar las maravillosas vistas con el río Yangtsé fluyendo bajo nuestros pies. La aventura está servida.
Imágenes vía Orvar Thorgeirsson y Culantor Lin.