
Centro Cultural de Jonkershove: geometría sobria y flexibilidad programática
- Proyecto de Rapp + Rapp
- Fotografías de Kim Zwarts
En Jonkershove, un pequeño núcleo de la región flamenca, Rapp+Rapp proyecta un centro cultural que busca adaptarse flexiblamente a las necesidades de su entorno. En lugar de ocupar el vacío urbano más visible —el cruce de dos ejes viales rodeado de funciones emblemáticas como la iglesia, el pub y el banco del pueblo—, el nuevo edificio se retira, discretamente, a una parcela en forma de L, justo detrás del presbiterio, junto a la iglesia. Esa decisión, aparentemente secundaria, es la que marca el proyecto: un edificio que suma sin competir.
Un espacio para la versatilidad
El encargo, iniciado en 2001 por el municipio de Houthulst, exigía algo más que una sala polivalente. El programa inicial incluía una biblioteca, una guardería y un teatro, pero la lógica de la flexibilidad —clave en el planteamiento arquitectónico— permitió que algunas funciones se adaptaran durante el proceso, como la conversión de la guardería en una escuela de música. Lo que se mantiene constante es la voluntad de generar un lugar para usos múltiples, de fácil acceso, desde varias direcciones, y con capacidad para transformarse con el tiempo.
La intersección de la interacción urbana
El volumen se compone como una serie de piezas articuladas, conectadas visual y funcionalmente, que interpretan con naturalidad las trazas del lugar. Desde la intersección urbana, el conjunto se percibe como un fondo que completa el vacío, sin imponerse. Una entrada protegida —ubicada en la “axila” del solar, donde se encuentran los dos lotes— conduce al vestíbulo central, verdadero corazón del edificio. Desde allí se accede a las distintas salas: el teatro, preparado para montajes en varias direcciones gracias a un escenario abierto por dos lados; o las salas secundarias, interconectadas entre sí mediante corredores luminosos y grandes paños de vidrio de suelo a techo.
El sistema constructivo refuerza la claridad del planteamiento espacial. El edificio está íntegramente resuelto con ladrillo métrico, lo que permite una modulación precisa de las superficies y una continuidad entre interior y exterior. La mampostería no se limita a un acabado: es estructura y piel a la vez. Los huecos se resuelven con carpinterías de madera de afromosia aceitada, centradas en el espesor del muro, de modo que los vanos interiores y exteriores se igualan. Una losa delgada de hormigón remata la sala teatral con sobriedad.
La sensibilidad de la materialidad
La alternancia entre opacidad y transparencia —entre los muros ciegos y los ventanales entrelazados— responde tanto a la necesidad de aislamiento como a la búsqueda de una conexión controlada con el entorno. El resultado es una arquitectura silenciosa, pensada para durar, donde la racionalidad convive con una lectura sensible del lugar.










