Existen muchas joyas arquitectónicas repartidas por el mundo, pero quizá una de las más desconocidas sea la ciudad yemení de Shibam. Fundada en el siglo III a.C., es un recinto amurallado en medio del desierto que, para asombro del viajero, alberga numerosas torres de hasta 30 metros de altura (o casi 40 si referenciamos esta medida sobre el lecho del río).


Sus 7.000 pobladores actuales descienden de aquellos comerciantes que abastecían a las caravanas en sus trayectos de Omán a La Meca o a los puertos del mar Rojo. Aparte de las especias, fue sobre todo la venta del incienso lo que contribuyó a la construcción de uno de los asentamientos más peculiares del mundo árabe.

Forzados a utilizar los pocos materiales a su alcance, los habitantes de Shibam levantaron sus viviendas con adobe y troncos de palmera. Multitud de ladrillos de barro dieron forma a unos edificios de sección trapezoidal, pues los muros portantes van disminuyendo conforme aumenta su altura.

La estructura interior de vigas y pilares de madera, apoyada a su vez en unos cimientos rocosos, sustenta cada una de estas torres, que no suelen albergar a más de una familia. La planta baja se usa como cuadra, almacén de alimentos o tienda, mientras que el primer piso es territorio masculino, mitad sitio de descanso y mitad salón para las visitas. Los siguientes niveles están ocupados por la cocina, los dormitorios y la sala de reunión familiar.

El viento y la lluvia van erosionando las fachadas, por lo que han de ser recubiertas periódicamente con una nueva capa de barro. Esta monotonía arenosa queda rota por elaboradas celosías de madera en ventanas y puertas, o por amplias zonas encaladas -sobre todo en las azoteas- para mitigar los rigores del sol.

Con una planta de 330 metros de largo y 240 metros de ancho, aún conserva la muralla defensiva que la protegía de las incursiones beduinas. Visto lo expuesto del territorio, se optó por un crecimiento vertical compacto, con edificios muy próximos conectados mediante pasarelas en altura para defenderse mejor de los ataques.

La mayoría del medio millar de torres que se conservan datan del siglo XVI, ya que tuvieron que reconstruirse tras las masivas crecidas de 1532, que acabaron con los asentamientos previos.

Shibam fue declarada por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad en 1982. Desde entonces se ha visto amenazada tanto por fenómenos naturales como por la guerra y el terrorismo. El Gobierno de Yemen, junto a varios organismos extranjeros, ha emprendido diversos programas de rehabilitación en las últimas décadas. Sin embargo, la inseguridad permanente del país pone en peligro la supervivencia de este Manhattan del desierto.

 

 

Fotografías: Aneta Ribarska, Jean Paul Peters, DOCARTIS, socks-estudio, UNESCO

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