La mallorquina Casa Cobo domina un pequeño cerro rocoso desde el que se tiene una estupenda panorámica del valle, las montañas y el pueblo de Artá. Concebida como una residencia de verano funcional por el Estudio Herreros, la propia lejanía de los centros de población inspiró toda su estructura. De hecho, el proyecto es una adaptación del tradicional refugio de pastores de la isla hacia un espacio mínimo habitable.
La estructura replica de forma simétrica el volumen original de referencia, dando un giro interesante al concepto de tejado a dos aguas. Con una superficie de 180 m2 repartidos en dos plantas, la construcción se completó en apenas cuatro meses. No obstante, al tratarse de un diseño por bloques, se había tardado cinco meses en fabricar en Madrid los 18 módulos, que se transportaron luego en camión a Valencia y en barco hasta Mallorca.
A pesar de su apariencia inocente, Casa Cobo concentra muchas decisiones inteligentes en cuanto a orientación, recogida de agua, ventilación o uso de materiales, como la elección de la piedra local para levantar los muros laterales. Por su parte, un sistema de ventanas y portones regula la iluminación natural y el calor interior. La rudeza de las estructuras metálicas se suaviza con un tono verdoso que ayuda a mimetizarlas con el paisaje. Al ser unas fachadas construidas en seco, había que desembarazarlas de todo aire industrial que diera al traste con la armonía de la vegetación circundante.
El interior reproduce también las tres estancias típicas de los refugios (para animales, pastores y forraje) en sus dos orientaciones. La Norte incluye la cocina, el dormitorio y el baño, mientras que la Sur alberga la sala de estar, el comedor y un despacho. Cada habitación viene marcada por un solo gran objeto: la mesa, un sofá, la isla de la cocina, un escritorio, la cama o el doble lavabo del baño. Y a su vez, el área exterior del jardín acoge sus réplicas al aire libre: cenador, banco, mesa, hamaca, ducha y barbacoa).
La casa convive así –modesta– con el silencio y la presencia de los animales que pastan en los alrededores, o con las faenas propias del campo en las épocas en que no está habitada.