Todas las firmas presentes en un centro comercial luchan cada día por destacar sobre las demás. Algunas lo consiguen con escaparatismos sugerentes o usando carteles llamativos. Otras potencian el valor de las marcas llenando el espacio con sus logos. Sin embargo, hay una pequeña proporción que apuesta por abrir tiendas conceptuales para captar de inmediato la atención de los compradores.
Es el caso del fabricante de gafas japonés JINS, que deseaba crear algo muy especial para la apertura de su primer punto de venta en Shanghái. El diseño, obra del arquitecto Junya Ishigami, muestra el producto con una economía de medios asombrosa pero muy efectista.
En lugar de las típicas estanterías para monturas, se instalaron cinco mesas en voladizo, tres de ellas de ¡12 metros de largo! Con esa longitud extrema, los expositores parecen levitar en mitad de la tienda, un efecto que se ve aumentado si se contemplan desde el exterior.
La puesta en escena no puede ser más minimalista: un local vacío pintado en color gris claro que solo ofrece cinco estructuras monumentales de acero cubiertas de hormigón moldeado in situ. Sobre ellas, centenares de gafas colocadas con una precisión milimétrica en grupos de dieciséis. Los volúmenes flotantes dividen la tienda en seis amplios pasillos para que los clientes paseen y vayan curioseando todo el catálogo de JINS. Unos sobrios espejos de pared completan la puesta en escena.
En la entrada del establecimiento, dos de los soportes reducen un poco su longitud. Esta zona no forma parte del área de exposición de modelos, sino que se dedica a la asistencia técnica y comercial al cliente, con espacios de recepción, graduación de la vista y taller de óptica.
El aire industrial de la tienda se potencia en el techo, donde las instalaciones que dan servicio al local (aire acondicionado, electricidad, etc.) se dejaron al descubierto, revestidas solo con la misma tonalidad corporativa. De esta particular tramoya cuelgan docenas de pequeños focos, que iluminan sin estridencias. Las sombras alargadas que proyectan acentúan la teatralidad del conjunto.
Para atraer a los visitantes del centro comercial, Ishigami recurrió a una doble cristalera de suelo a techo. De esta forma, las mesas volantes parecen lanzarse como arietes hacia el espectador. Una razón de peso para echar una ojeada…
Fotografías Eiichi Kano