En mitad de uno de los jardines coloniales que aún persisten cerca del río Vltava, en Praga, BYRÓ architekti ha diseñado un pequeño pabellón que redefine el concepto de cabaña de jardín sin renunciar a su escala ni a su lógica esencial. Donde antes se alzaba una caseta de madera en ruinas, ahora se erige una estructura mínima, capaz de condensar en apenas 15 metros cuadrados una propuesta doméstica contemporánea, resiliente y profundamente conectada con su entorno.
Lejos de las aspiraciones residenciales de gran escala, el pabellón responde a un uso híbrido y estacional: un lugar de resguardo en días de mal tiempo, un espacio habitable para las noches estivales, y un invernadero improvisado durante los meses más fríos. Y lo hace con una intervención de bajo impacto, tanto formal como técnico.
El edificio parte de una construcción sencilla en madera —un sistema de 2×4 con muros, cubierta e interiores en abeto— y se asienta sobre una base de hormigón preexistente. La envolvente exterior se reviste con madera de abeto carbonizada mediante la técnica japonesa del shou sugi ban, un método tradicional de preservación que además de aportar durabilidad, confiere una textura y una tonalidad únicas, entre lo artesanal y lo tectónico. Este acabado oscuro conecta visualmente con el resto de casetas vecinas, casi siempre opacas y envejecidas, pero lo hace desde una lectura deliberadamente actual.
El gesto más distintivo del proyecto es un panel plegable de policarbonato que, cuando se abre, transforma toda la fachada en una logia abierta al jardín. Inspirada en las galerías clásicas, esta solución no solo amplía el espacio habitable bajo lluvia, sino que ofrece una relación fluida entre interior y exterior. El mecanismo de apertura —a base de cables de acero, poleas y contrapesos— permite que una sola persona pueda mover toda la fachada sin esfuerzo.
El interior, revestido con lamas de madera y paredes enlucidas, se organiza en dos niveles: una planta baja despejada y un altillo de descanso al que se accede por una escala integrada en una estantería de suelo a techo. La luz natural entra suavemente a través del panel translúcido, garantizando luminosidad incluso cuando la fachada está cerrada. No hay conexión a redes de suministro: una placa fotovoltaica provee la electricidad mínima necesaria para iluminación y pequeños aparatos.
Es una arquitectura contenida, casi silenciosa, que logra convertir lo residual en esencial. BYRÓ architekti demuestra que se puede intervenir en lo pequeño sin perder precisión ni ambición.