Las intervenciones dentro de áreas en pleno desarrollo urbanístico plantean muchas posibilidades expresivas. En esta ocasión viajamos hasta el estado mexicano de Yucatán, donde el Taller de Arquitectura Contextual (TACO) nos presenta su particular versión de una vivienda unifamiliar cómoda y eficaz: la Casa Gabriela en Mérida.

Esta firma local multidisciplinar trabaja en proyectos integrales de arquitectura, interiorismo, mobiliario y paisajismo en las regiones del sureste mexicano. Fundada en 2011 por Alejandro, Carlos y Ana Patrón, procuran destacar en sus obras la identidad y el arraigo al lugar, a la vez que priman la construcción artesanal.

En este proyecto en concreto se buscaba un hogar tranquilo, seguro, térmicamente agradable y eficiente desde el punto de vista energético, con unos costes ajustados tanto de edificación como de mantenimiento.

Lo primero que llama la atención es la zona exterior. En lugar de un acceso frontal a la vivienda, se optó por una entrada lateral, escamoteada desde la visual de la calle. Los muros de las construcciones vecinas se aprovechan para crear un espacio a medio camino entre público y privado, donde la incipiente vegetación autóctona, un banco de obra y un amplio estanque que penetra en la casa invitan a la calma.

La planta baja se divide en una zona de encuentro, con sala de estar, cocina y comedor en una sola estancia, y un área privada con dormitorio, baño y cuarto de lavado. Desde ambas se accede a un gran jardín trasero y, por medio de una escalera interior, a un patio abierto situado en la azotea.

Los espacios a doble altura poseen aperturas cenitales que iluminan las habitaciones y hacen posible la salida del aire caliente, regulando así la temperatura interior de forma natural. El clima cálido de la región permite utilizar unas simples telas de mosquitero para cerrar los vanos.

En cuanto a los materiales, se trabajó con bloques de cemento, viguetas y bovedillas. A destacar las extensas celosías de hormigón vibroprensado, que protegen la casa del sol y la lluvia, aportando además un patrón decorativo en una fachada de por sí espartana.

Los suelos son de hormigón pulido, mientras que las paredes y los techos bajos tienen un estuco de cemento impermeable bruñido. Un paisaje interior en tonos terrosos animado por toques puntuales de colores vivos tomados de la cultura local. Los muebles azul intenso o las puertas en fucsia o amarillo limón confirman el potente sabor maya de la Casa Gabriela.

Este interesante proyecto fue galardonado en 2015 con la Medalla de Plata de la Primera Bienal Nacional de Jóvenes Arquitectos del país, que premió obras de profesionales menores de 35 años.

Fotografía: Leo Espinosa

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