La buena arquitectura puede reflejar lo mucho que se puede hacer con muy poco, siempre y cuando se den cita dos requisitos elementales: la perfecta comprensión de un contexto y de un programa por parte del arquitecto, y la firme voluntad del cliente para llevar el proyecto a buen término. Eso es justo lo que ha ocurrido en la nueva Parroquia de San Rafael Arcángel en Monterrey, México, una iglesia tan abierta como humilde, tanto en su propósito como en sus formas y presupuesto.

El edificio está ubicado en una zona despejada próxima a la reserva nartural del cerro de Topochico en Monterrey y lo conforman dos volúmenes sencillísimos. El principal es la propia nave de la iglesia, un espacio rectangular de 14 metros de largo y unos 3,50 de ancho por 2,60 de alto, con los muros y techos acabados en madera.

El muro lateral de la nave con las mejores vistas al valle del Topochico y a las montañas de Las Mitras, tan solo está separado del exterior por una serie de postes de madera sin ningún cerramiento, dejando todo el interior ventilado y creando así el efecto de un muro-celosía. Un modestísimo altar de madera, unos bancos corridos, también de madera, y un suelo de chinarro, es todo cuanto contiene el interior de este espacio.

La estructura de la nave reposa sobre unas vigas perimetrales de hormigón, mientras que la estructura de la nave se ha extendido unos metros más allá del recinto, sin muros ni cubierta, para crear un pequeño espacio exterior de reunión, casi a modo de nártex. El segundo volumen es una pequeña capilla preexistente que ha sido restaurada como parte del proyecto, añadiéndole cuatro ventanas verticales en cada esquina y que ahora queda conectada con la nave principal por medio de una simple apertura.

El resultado es un edificio muy digno, plenamente integrado en la comunidad a la que sirve, y cuyo mérito es tanto de los arquitectos de S-AR, cuya trayectoria destaca por elegantes composiciones de volúmenes simples, como de la Comunidad Vivex, formada por los fieles de la parroquia, y quienes participaron activamente en las labores de recaudación de donativos así como en las propias tareas de construcción.

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