Cuando el paisaje es el dueño absoluto de un programa arquitectónico, surgen propuestas audaces como la Casa Palerm, del Estudio OHLAB. Ubicada en Lloret de Vistalegre, en plena zona rural del centro de Mallorca, la propia naturaleza inunda cada rincón de la vivienda.
Con un diseño alargado perpendicular a la ladera donde se asienta, todas sus habitaciones disfrutan de vistas a la sierra de Tramontana. Sin duda, lo más espectacular es el gran hueco central que conforma el salón comedor, que se prolonga a cada lado gracias a una lengua de hormigón para crear dos terrazas. Una enorme pérgola de cañizo conecta en altura ambos lados, filtra la luz y protege las áreas exteriores del sol. Además, unas ventanas correderas de suelo a techo permiten abrir o cerrar el salón a voluntad.
La terraza sur acaba en un banco corrido de marés, la piedra arenisca autóctona de las islas. Desde allí se observa como en una proyección el paisaje netamente mediterráneo; no en vano la proporción del gran hueco se inspira en el viejo formato 2,66:1 del Cinemascope.
En el lado norte, la terraza funciona como podio, ocultando el aljibe que recoge el agua de lluvia y la aprovecha para el riego. Paralela a ella, aunque a menor nivel, se sitúa la piscina, donde la lámina de agua marca un límite brillante frente a la extensión de cultivos.
El bajo presupuesto incentivó el uso de soluciones naturales para lograr la eficiencia energética. Así pues, la fuerza del sol se atenúa mediante el trenzado de cañas, las persianas mallorquinas y una buena distribución de árboles. En cuanto a la regulación térmica, al tener todas las habitaciones una orientación norte-sur se garantiza la ventilación cruzada y la renovación del aire. Así mismo, las generosas aberturas a ambos lados de la vivienda aseguran un estupendo aporte diario de luz, lo que contribuye a reducir el consumo eléctrico.
Por otra parte, la Casa Palerm se beneficia de la estética tradicional balear, al incorporar elementos y materiales típicos, como las tejas cerámicas, el enfoscado rústico de mortero de cal, la ya mencionada piedra de marés o el cañizo. Soluciones simples para una inmersión cómoda y panorámica en el entorno rural mallorquín.