El primer museo digital interactivo acaba de abrir sus puertas en Tokio. Bajo el nombre de «teamLab Borderless» cuenta con 50 instalaciones de movimiento fluido que permiten una inmersión completa del visitante en cada obra de arte.
La denominación de esta curiosa pinacoteca del siglo XXI hace referencia al origen del conocimiento humano. Las personas reconocemos e investigamos el mundo al movernos libremente por él. Es también así como nos relacionamos con los demás. Sin embargo, mientras que el cuerpo tiene su propio sentido del tiempo, en la mente de las fronteras entre diversos pensamientos son mucho más confusas, lo que lleva a veces a que se mezclen.
Pues bien, este museo propone un mundo sin límites, pero en el que son las obras de arte las que abandonan las salas para interactuar con los espectadores. Son ellas las que forman ahora conexiones y se relacionan con las personas, teniendo capacidad para influir en otras obras e incluso entremezclarse.
En un enorme complejo tridimensional de 10 000 metros cuadrados –dividido en cinco zonas–, 520 ordenadores y 470 proyectores generan esa realidad virtual para disfrutarla como nunca se había hecho antes. Flujos de agua que caen de cascadas irreales y que responden a la interacción de la gente en tiempo real, o partículas de color que envuelven al visitante y se transforman a medida que este pasa junto a ellas, convirtiéndolo así en el punto central de la instalación.